Hace un tiempo atrás cerré mis ojos al dolor, los volteé para observar mis venas y en ellas sólo encontré restos de sangre seca.
Rasgué con mis uñas y escupí para ver si podía licuarse y correr por amoratados conductos, fue inútil.
Así cada palabra se torna silencio, cada mirada un recuerdo que queda en el aire, sólo la mueca desquiciada, la mirada y el rostro desencajado permanecen en el tiempo, como una estatua de cementerio... que me den aliento de vida, que ya viene otra noche y las arañas se preparan para enredar mi cabello en la polvorienta cama... una noche más que vengo a la vida para observar los estertores de mi muerte.
La mano tendida sobre la sábana esperaba recibir la caricia de tu piel entre mis dedos, mis labios en el último momento invocaron tu presencia que se mudó para respirar en los labios de otra.
Me quedé imaginando, pretendí ser ella, el dolor apretó mi garganta, así quedé con la mirada perdida, las venas abiertas, secas.
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