jueves, 13 de febrero de 2014

Alma desnuda



Hace muchos años por circunstancias de la vida me ví en la situación de crecer escuchando mi voz en el silencio, jugar con mis pensamientos, vestir ilusiones, observar como otros niños se divertían siendo niños perdiéndose en los otros entre risas y juegos. Observaba que todo en ellos era expulsar, se expresaban hacia afuera de ellos mismos, se vaciaban, al mismo tiempo tenían desplante, eran aceptados, reconocidos, queridos, eran parte de un clan.

Yo en vez de vaciarme , de expresar,  interiorizaba y absorbía todo de afuera hacia adentro, era retraída, tímida, y al verlos jugar pude ver cómo interactuaban entre ellos, así crecí, para qué negarlo objeto de burlas, querida por el mundo adulto, sin más clan que el de mi familia.
La ausencia de juegos me llevaba a dialogar con gente adulta, las auxiliares del colegio donde me eduqué se convirtieron en mis amigas y sobre todo con una estatua de Jesucristo en la capilla del colegio con quien hablaba a menudo y a quien acariciaba las llagas durante los recreos en mi infancia, así… en esa etapa silenciosa y retraída me perdí de muchas cosas como niña pero gané otras.
Años más tarde ya en plena adolescencia comprendí que la vida no tiene sentido, que todos creen que vivir es una experiencia como un juego en el cual hay etapas, que definir pasos, vas adquiriendo cosas que son tus logros o conquistas de vida y luego mueres para ser recordado por todos los logros adquiridos en este juego.
La vida no puede ser esa estupidez, pensé, un concepto ordinario que parece manufacturado con reglas de juego, con la liviandad de un discurso digno de un charlatán. La gente se toma la vida, este juego demasiado en serio y necesitan ir acumulando cosas para justificar sus existencias, un día me dí cuenta de que un trabajo, una casa, un auto no significan nada, ni siquiera podrás llevarlos a tu tumba, si todo eso puede quemarse, ahí me cuestioné lo siguiente….si todo se consume… ¿qué puede ser que no se consuma nunca y que realmente sea importante? Es ahí cuando comprendí que la riqueza y la felicidad que tanto buscamos con mapas y que pretendemos comprar con dinero son solo ilusiones, espejismos, oasis en el desierto, la felicidad está en uno mismo, aquello que no perece, es lo que cultivamos en nuestra alma, nuestros sentimientos, aquello que logramos ver con el corazón. Ahí comprendí que la vida como juego siempre tiene trampas, el hombre tiene muchos desafíos, uno de ellos es superarse a sí mismo y esto tristemente es algo de lo que aquellos que tienen la vista fuera de si mismos y la tienen puesta en el exterior no se percatan nunca, en esta vida hay distracciones como el constante mensaje de que “para ser felíz debes lograr esto o aquello”, siempre se nos ha dicho que la felicidad está fuera de nosotros, en nuestros logros, en una religión, etcétera pero nunca se nos ha dicho que está en nosotros realmente. Es gracioso… el hombre solo se ha creado un mundo de problemas y dice que es felíz cuando esos problemas que él mismo ha creado ya no existen. El hombre no se da cuenta aún que mientras menos tiene mucho más rico es y también más libre, lamentablemente este sistema está diseñado para hacernos creer lo contrario, el hombre se olvidó tanto de su origen que perdió su esencia, su conexión con el universo y por ende se transformó en un ser que vuela como pluma en el viento, influenciado por lo que cree que es su voluntad pero no es más que la voluntad de algunos que crearon sus necesidades.
Fue en ese momento, cuando me dí cuenta que nada importa más que el alma de las personas, sí creo en el alma, espíritu, creo que allí está la verdadera riqueza y es lo único que tenemos porque es lo que somos, llamémoslo alma, otros podrán llamarlo conciencia, fue en ese momento a los 17 años aproximadamente cuando comencé a ver que cada persona es un cofre con tesoros por su alma, comencé a disfrutar tanto observándolos en detalle. Comencé a buscar como amigos a personas que solían ser objeto de burla y rechazo,  un día una chica de otro curso en mi colegio, la cual era objeto de bullying y a quien me acerqué un día me preguntó cuando llevábamos un buen rato charlando “¿por qué hablas conmigo?” recuerdo que le dije “porque siempre te he visto callada… y creo que las personas que callan son las que más tienen por decir”, nunca olvidó mi respuesta hasta el día de hoy y nos hicimos amigas. En ese entonces comenzamos a hablar del “ser humano”, eran geniales las charlas después de clases en el liceo. En ese mismo tiempo observaba a la gente, como siempre desde mi timidez, disfrutaba sentarme en las bancas de Paseo Ahumada en silencio y comenzaba a mirar a la gente transitar, miraba sus expresiones en el rostro, podía imaginar como sentían o si estaban preocupados, molestos, discutiendo, tristes, comencé a observar la naturaleza con otros ojos también, recuerdo que en la sala de clases veía el cerro y contemplaba los árboles y podía sentir que estaban vivos, les hablaba en mi mente, comencé a ver y valorar la chispa de vida que quiere manifestarse en cada expresión de la naturaleza, comencé a disfrutar desnudarme para sentir la lluvia acariciarme y sentir cada hoja, acariciar cuidadosamente cada espina, empecé a sentir fascinación cada vez que salía y miraba las ventanas de casas y departamentos, tratando de imaginar a quienes vivían dentro, hacer estas cosas me hacía sentir abrazada en el alma, algo similar al amor, mediante la contemplación me conectaba de alguna manera con el objeto observado siempre humildemente y empecé a sentir algo dentro que no experimentaba antes,  una felicidad, sentía que había adquirido algo rico invaluable y que nada pudiese pagar, pero también al mismo tiempo que lo hacía comencé a albergar en mí un poderoso deseo que comenzó a obsesionarme secretamente… “poder desnudar el alma y acariciarla”. Muchos podían ansiar obtener cosas, acumular riquezas, para mí la máxima riqueza, el máximo placer, aquello que mi corazón y mi sangre gritaba cada día era que deseaba y soñaba algo que para todos puede ser hasta el día de hoy y para siempre una locura… desnudar y acariciar el alma de un “ser humano”.
En los ojos de las personas puedo ver lo que son cuando guardan silencio, cuando hablan mucho distraen y algunos suelen hablar de cosas que no son realmente, sus palabras son engañosas, es cuando callan y dejan que los observes en silencio fijamente por varios minutos que sus esencias comienzan a manifestarse en sus ojos, a transmitir un sentimiento… en otros casos es cuando me cuentan sobre sus dolores, cuando a veces me confiesan secretos íntimos, cuando se abren plenamente y hablan de sus miedos, así… logro sentir el gran placer de desnudarlos y acariciarlos en parte, es ahí cuando quisiera besar tiernamente sus ojos cerrados y darles mi mano con cariño. Las personas son todas vulnerables, todas tienen alguna debilidad, alguna herida, algo que alguna vez se quebró en ellos.
¿Por qué un día a los 16 años comencé a sentir esta obsesión silente? Quizás para acariciar el alma de las personas, acogerla en mi propio ser, poder sentir lo que siente al desnudarlo y darle en mi mano o mi sonrisa parte de mi esencia, mi alma, lo cual al mismo tiempo me hace sentir menos vacía. Hasta ahora he descubierto que hay una soledad circunstancial que es de compañía y ésta se puede saciar, pero hay un vacío que es permanente y siempre está… como la muerte, ahí… acompañándote cada segundo hasta que te vayas de este lado. En mi opinión creo que este vacío puede venir como resultado de la desconexión que sufrimos alguna vez al venir a este mundo y adquirir una forma física limitada, dejamos de formar parte de un todo físicamente y seguimos siendo parte del todo pero con una corteza. Es como por ejemplo si dijera que somos aire, pero este cuerpo es una madera con orificios, una flauta como instrumento físico pero dentro de él y al ser expulsados como aire somos sonido, armónicos, bellos, salimos de la flauta pero seguimos siendo parte del aire, parte del todo.
¿Qué es lo que quiero compartir contigo de todo lo escrito? Si sales un día a la calle y observas fijamente a alguien en el metro, con una mirada neutra, sólo observando, transitar en la calle y fijarte exclusivamente en la “gente invisible” para el común, personas que están siempre pero que nadie ve, si te permites cerrar los ojos y disfrutar la lluvia sintiendo cada caricia en tu rostro, experimentarás sensaciones que seguramente no habías sentido o quizás alguna vez sentiste cuando eras pequeña(o), hemos olvidado conectarnos más con el prójimo y con nuestro entorno, pasamos más tiempo mirando una pantallita de celular, notebook, tv, en vez de mirar los ojos de las personas… que el brillo de tus ojos no lo absorba la pantalla, tus ojos son más bellos sin duda cuando observas el mundo, es ahí cuando tienen el brillo más hermoso que puede haber bajo las estrellas.

14-Febrero-2014